CRÓNICAS PRETÉRITAS
Por Donacio Cejas Padron
FALTA DE LLUVIAS EN EL HIERRO
UNA TRAGEDIA QUE SE VA ACERCANDO
Recuerdo muy especialmente el año 1,956, me parece a mi que el más lluvioso que las personas de mis años recordamos. Estuvo un mes lloviendo casi de manera constante, los barrancos del Barrio tiñeron el mar, los de Tincos, y los de las zonas Norte y Este de El Golfo inundaron prácticamente toda la zona de La Frontera hasta Guinea, los caminos casi desaparecieron especialmente el conocido como Barranco Hondo, que va desde El Lunchón hasta Aguanueva, y el barranco que formaron los caminos de Los Corchos y El Cementerio corrieron con tanta cantidad de agua que inutilizaron el camino conocido como La Ladera que va desde La Plaza de Candelaria hasta Las Lapas. Una buena parte de los huertas y canteros de La Frontera quedaron prácticamente entullados, y hubo que hacer grandes esfuerzos por parte de los propietarios para poderlos identificar y deslindar correctamente, gracias a los árboles frutales que no fueron arrastrados y por sus ramos más altos y las paredes que soportaron el temporal fue posible recomponer el mapa agrícola de la zona. En la zona de Guinea se formó una gran charca que perduró bastantes semanas, a esa zona se le llamaba Los Polvillos, y ello obedecía a que las tierras arrastradas desde la cumbre eran de otras características, no arenosas e impermeables a la escorrentía de las aguas. El correillo Viera y Clavijo, que no pudo hacer operación en El Puerto de La Estaca, ni tampoco sus compañeros el León y Castillo y El Palma, estuvieron un mes sin poder acercarse al Puerto de La Estaca, y una mañana recuerdo que El Viera hubo de refugiarse durante unas horas por dentro de Los Roques de Salmor pues temió su Capitán hacerse a la mar.
Pasado ese gran temporal, pronto se recompusieron las fincas de viña y durazneros; y año 1,957 y después el 1,958, fueron años de grandes cosechas en El Golfo, recuerdo oírle decir a mi abuelo Francisco que la finca de tío Mauro en El Monte, produjo ese año 58 algo más de seiscientos barriles de mosto, por coincidencia en esos años se inició en la isla por parte del Gobierno, la repoblación de viña y durazneros en El Golfo, y de manzaneros en San Andrés y las partes altas de la isla, con incentivos económicos a los propietarios para realizar esas plantaciones, al mismo tiempo que empezó también en la isla el programa de repoblación forestal en las cumbres de la isla, fruto de aquellas acciones son los hermosos bosques de pinos que habitan en la zona Sur de El Hierro, lamentablemente esos programas dejaron de realizarse.
Desde esos años, y sin mucho temor a equivocarme, en nuestra isla cada vez llueve menos. Ya el 1961 fue un año muy seco, y creo que así sucesivamente hasta los actuales, a tal extremo que ya estamos viendo como árboles frutales casi centenarios, y la misma viña están secándose, y si el actual tampoco trae lluvias considerables, es de esperar casi una tragedia agrícola en los próximos, pues hasta las tuneras están marchitándose lastimosamente.
Bien es verdad, que con las tecnologías de que se dispone se puede producir agua para el consumo doméstico y para otros menesteres incluso agrícolas, pero es indudable que el agua de lluvia se hace indispensable para el normal desenvolvimiento de la vida en nuestra tierra, quiera Dios que no nos falte.
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