En las actuales condiciones en que vivimos, temo por los que puedan desesperarse y no le den especial valor a su vida. Me duelen las familias con pequeños, me importan los que se curraron el llegar a la meta y ahora están en la calle. Me entristece que los que quieren transmitir alegría, no tengan resultado y no puedan contagiar a los que van perdiendo la esperanza. Desde mi confinamiento, mando a la asepsis, y por mi parte, quiero llevar mascarilla hasta el verano de 2021, eso si no me ataca el «corona». Me preocupan los niños, adolescentes, y jóvenes que aparentemente no tendrán las mismas oportunidades de profundizar en sus estudios, solo por culpa del Covid-19. En los medios de comunicación han salido informadores que advierten de la falsedad de ciertos correos, con intencionalidad de transmitir virus para sumirnos en el caos e interrumpir nuestro normal funcionamiento en la comunicación. Escéptica y aséptica, la cuestión es que las épocas tranquilas no duran mucho..Nos vemos arrollados por ventoleras, sequías, ríadas, y malos recuerdos de crisis, revoluciones y guerras sufridas con anterioridad y que afectaron a nuestros antepasados. si toda esa EXPERIENCIA SIRVIERA PARA UNIRNOS EN EL AMOR Y LA AMISTAD. Tenemos una Semana Santa virtual, sin gente en las procesiones, sin cera que arda, sin confesiones, comuniones ni lavados de pies. Una pausa vacacional que hoy es soledad, precaución y recogimiento, todo lo más un espacio en el tiempo para leer las escrituras reclinados en nuestro sofá, liberar las tensiones en medio de la tranquilidad y la reflexión. No creo en las buenas ni en las malas noticias. No creo en la buena salud, porque ignoramos lo que nos acecha en el mundo microscópico. También estamos en «la Luna» ante la maraña de problemas que se forjan cuando el hombre se comporta como un lobo para el hombre.
- radiogaroecadenase
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