por María Elena Moreno
Ya sé que los niños se quitan los juguetes, se pelean se empujan... Son cosas de niños, ahí están los padres para darles educación. Me estoy refiriendo a la maldad de cuando ya no le queda al adolescente la tendencia a tener ideales y se enfrenta a la vida de forma competitiva y a ver que pilla cuando salga de la universidad.
Cuando uno se hace mayor, recuerda toda clase de pequeños atentados que se nos han infligido. Desde una aguadura que me hizo un mozalbete un tanto animaloide en el mar, hasta un intento de violación cuando salía de lo que se llamaba el COU nocturno, pasando por soportar el hobby de ciertas personas, que era darle a la sinhueso de manera ofensiva, para rebajar y crear la mala imagen entre compañeras del funcionariado. Había un cura que le llevaba la Hostia Consagrada al despacho, al jefe más infame que he conocido en mi vida. Pero no les voy a aburrir con semejantes actos de mediocridad y sentido bajuno de la vida.
Me senté en el escalón de la puerta de mi casa y ¡por Dios! que vi pasar el cadáver de mis
enemigos.
Hubo quien me llegó a envidiar la forma y constitución de mis excrementos y también soporté las insinuaciones e invitaciones de mal gusto, como si fueran el demonio tentando a Jesús en el desierto.
Nadie se escapó del karma, todos se volvieron una caricatura de sí mismos, otros se hicieron niños de nuevo, con sus demencias por la edad, algunos se dieron cuenta tarde del mínimo bagaje acumulado en buenas acciones, sintiendo la caída hacia el abismo y el rechinar de dientes, pero aún así, El Misericordioso les tendió su mano, a tiempo de su redención..."Muchos son los llamados, pocos los escogidos.."
Leer a la escritora Maria Elena Moreno siempre es un placer. Aúna a la buena pluma, profundidad y sentido del humor.