CALLES, PLAZAS Y SENDEROS (V)
- radiogaroecadenase
- 16 abr
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Recuerdo el mes de Febrero de 1.996, llegué muy ilusionada a la isla, pero yo ya tenía amigos muy ,con los que me carteaba en Navidad y otras fechas señaladas, desde que contaba aproximadamente con 10 años de edad. Era la familia de Doña Adela Brito Quintero. Mas, en la plaza de los Mocanes, iniciaba mis primeros contactos con vecinos y familiares de Leoncio. Poco a poco fui conociendo a las familias que allí viven, y aunque han muerto muchos de ellos, pues en las llamadas Estancias, eran personas mayores, las que acudían cuando caía la tarde y cesaban en sus tareas del campo y de sus casas. Allí descubrí el dulce casero por excelencia, fue una señora, la cual vive todavía, quien con mucho cariño me regaló una quesadilla de forma rectangular, hecha por ella misma. Sabía a gloria bendita, Adela, que así se llamaba quien la hizo, quizás no sepa el intenso cariño que le profeso, pues además sigue teniendo hermosos detalles conmigo y mi difunta pareja, mi querido Leoncio. No me daría el espacio para enumerar a toda la gente que conocí en los primeros años de mi estancia aquí en el Valle del Golfo y que aprecio infinitamente, a ellos les dedicaré otro capítulo, uno a uno.
Volviendo a las Quesadillas, no hay Bajada de la Virgen, donde no sea protagonista como postre en el "Tendido de Manteles", momento tradicional donde en La Cruz de los Reyes se reúnen las familias para almorzar y hacer un alto en el camino, para continuar después, en coche o a pié; unos por carretera y otros por los "Caminos de La Virgen" hasta llegar por la noche a la Parroquia de La Concepción.
En todas las Bajadas, tuve momentos de Fe y emoción, en los pueblos, donde esperaban a la Virgen cuando los visitaba, en cada ermita, en cada parroquia, en cada plaza.
En la Subida, cuando no sé por qué, al ruido de toque de bailarines y poniéndose el Sol, mientras avanzaba y se encaminaba Nuestra Señora de nuevo a su lugar de partida, la preciosa, blanca y cuidada ermita de la Virgen de los Reyes para descansar nuevamente otros cuatro años, era cuando yo derramaba mis lágrimas.
Sin embargo, hoy voy a tener el valor de relatar el íntimo encuentro que tuve con la Virgen, donde le pedí un milagro, que después se reveló en la curación de una grave enfermedad, que pudo costarme la vida en el año 2017.
No seré la única, ni la primera, ni la última persona, que haya sido agraciada por su Divino Corazón.
Gracias Madre Amada, este año si Dios quiere te volveré a ver.
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