CRÓNICAS PRETÉRITAS
Por Donacio Cejas Padrón
CELEBRACIÓN DE LA SEMANA SANTA EN FRONTERA
Cumpliendo una costumbre varias veces centenaria, se celebró en nuestro pueblo de Frontera el
rito religioso de La Semana Santa, es decir la recreación de La Pasión y Muerte de Jesús .
Con la singular labor de nuestro jóven Párroco D. Jose Manuel, la fiel colaboración de un buen grupo de vecinos y vecinas, la majestuosidad de templo, y el acompañamiento de buena parte de los vecinos del Valle de El Golfo, todo ello sumado al buen tiempo que hubo estos días, y a otros factores concurrentes, podemos decir que hemos disfrutado de unos actos religiosos muy lúcidos y solemnes, pudieron salir todas las procesiones por los lugares de costumbre, y entre ellas yo destacaría La Procesión del Encuentro, con recorrido rodeando La Montaña de Joapira partiendo por el Camino de La Procesión en sus dos sentidos, y produciéndose El Encuentro en el lugar de siempre, teniendo como telón de fondo la incomparable vista de la parte Oeste del pueblo, ya en la semipenumbra de la tarde y con una Puesta de Sol que a esa hora tiñe de dorado el paisaje del Valle de nuestros amores.
En la tarde del Viernes Santo, La Procesión Magna entre La Parroquia y El Hoyo del Barrio, con las Sagradas Imágenes más representativas, igualmente fué muy bonita y concurrida La Procesión del
Silencio entre La Parroquia y El Lunchón, en horas de la noche, en silencio respetuoso, y alumbrando el camino con unas velas portadas por los fieles, dándole a La Procesión un ambiente de recogimiento y fervor, como siempre ha sido en nuestro pueblo.
Además de las celebraciones religiosas propias de estos días, hemos recibido en nuestras casas a algunos de nuestros hijos y nietos que viven fuera, y que se suman también participando en los actos religiosos a la vez, que disfrutan de nuestras playas y comidas de familia. Ahora ellos han vuelto a sus trabajos y ocupaciones, y nosotros, ya en la etapa postrera de la vida nos quedamos a la espera de sus próximas visitas, si Dios quiere en verano, mientras tanto disfrutamos de la tranquilidad que nuestro pueblo ofrece, muy especialmente a las personas mayores, que ya lejos del fragor de la lucha diaria que las ocupaciones llevan consigo, vemos pasar el tiempo con serenidad y sosiego, pidiéndole al Señor la necesaria salud, que a estas edades ya empieza a fallarnos.
En el caso particular mío y de mi familia, que la dolorosa emigración nos aventó por muchos años a
otras lejanas tierras, estamos tratando con ahínco de recupèrar el tiempo vivido lejos de aquí, inmersos en una sociedad distinta y extraña a la que por necesidad tuvimos que integrarnos para poder sobrellevar la nostalgia de la lejana patria, si bien es verdad que alli encontramos a unas gentes cariñosas y acogedoras que con sus afectos y consideraciones, contribuyeron a que nuestra existencia y nuestra vida diaria tuviera también grandes alegrías y satisfacciones .
Los cerca de treinta años vividos allí, naturalmente que han dejado una profunda huella en nuestros corazones, allí quedaron muchísimos queridos amigos de inolvidable recuerdo, quedaron los paisajes tan familiares, de los ríos Orinoco y Caroní, que yo siempre relacionaba y comparaba con nuestra Bahía de Punta Grande. Quedó La Imagen de La Candelaria que los canarios residentes en aquella zona llevamos desde Tenerife y que pronto ocupará sitio en La Catedral de Ciudad Guayana, y quedaron tantos y tantos recuerdos que nos acompañarán mientras Dios nos de vida.
Mi familia y yo nos sentimos regocijados dulcemente por haber podido volver a nuestra tierra y reinsertarnos en la vida del pueblo donde nacimos, compartiendo momentos con los familiares y amigos, asistiendo a las misas domingueras, y participando de las fiestas tan añoradas, si bien echamos de menos a tantas personas que ya no están con nosotros, así es la vida y así hemos de aceptarla.
Los campos de nuestro Valle, vestidos de verde, ya nos anuncian que el verano se está acercando, pronto los durazneros y otros frutales nos brindarán sus manjares, las viñas parirán sus racimos de uvas, y nuestros familiares nos visitarán para compartir con nosotros las fiestas anuales veraniegas, y así hasta que Dios quiera.
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