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Recordando Louis Goudard




                     CRÓNICAS PRETÉRITAS

                     Por Donacio Cejas Padrón


Acto cultural en el salón de plenos del Ayuntamiento de La Frontera, para presentar el libro EL VINO Y EL AGUARDIENTE EN EL HOYO Y PUNTA GRANDE, cuyos autores son Ignacio  Nadal Perdomo, Carlos Martín Fernández  y María Nieves Febles Benítez,  presentado por  el Profesor   Fernando Martín Galán, y que  se refiere en particular  a rememorar y honrar la figura del ciudadano francés  Louis Goudard, comerciante de vinos, e industrial para producir y exportar  aguardientes, labor que realizaba en su alambique de El Hoyo, en  Frontera, durante su  estancia en El Hierro que abarcaba los últimos años del siglo diecinueve y principios del veinte. 

Con motivo de este acto, La Cooperativa del Campo de Frontera elaboró una partida de vino, muy especial al cual se le impuso el nombre del homenajeado,  que fue mostrado y degustado por los asistentes al acto, vino  éste cuya  fabricación estuvo dirigida por el enólogo herreño Rafael Armas Benítez, que  presente allí, hizo una semblanza de las características  del referido vino.

Ya el libro está a la venta, desde aquel mismo día, y la verdad es que nos parece un trabajo de excelente calidad, pues además explica con  todo lujo de detalles aspectos de todo lo relacionado con el vino, la viña y el aguardiente en aquellos años, en El Valle de El Golfo, además que con gran sabiduría  explica y muestra la mayoría de los inmuebles que para la fecha formaban el barrio de El Hoyo. Auguramos gran éxito en la distribución de este libro.

Me atrevo una vez más, con toda la humildad del mundo, resaltar la persona de María Nieves  Febles  Benítez, arquitecta herreña de gran trayectoria profesional, a la cual me unen lazos de familiaridad

en razón de nuestro parentesco por el linaje de Los Padrones de Los Llanillos y San Andrés. Merced a su patriotismo bien probado, ella y algunos de sus familiares han ido comprando varios inmuebles en el pueblo,  con lo cual se ha logrado que varias casas que pertenecieron a nuestros ancestros, hoy hayan vuelto  a ser propiedad de nuestro viejo linaje. Igualmente felicitar merecidamente a quienes la han venido acompañando en su impagable labor  en pro de nuestra historia herreña, además que ella y algunos de sus familiares han logrado aglutinar y comunicar entre sí a la mayoría de los que llevamos el apellido Padrón, todos descendientes del Alcalde Pablo, y hace unos años  hubo en su casa de Los Llanillos una concentración de bastantes  personas apellidados Padrón. Por cierto que  después de  haber intentado en mis viajes a Cuba, contactar con alguien descendiente de Juan Padrón Reboso,   hermano de  mi abuelo Francisco, que sabía que había residido por la zona de Alacranes, no me fue posible, pero hace unos años se ha puesto en contacto conmigo Ana Padrón Barrios, ahora residente en Miami, nieta del tío abuelo Juan Padrón Reboso, con la cual mantengo correspondencia  frecuente, y la cual desea venir a nuestra isla a conocer a sus familiares, su viaje sería este verano o el próximo con motivo de La Bajada de La Virgen, y bien en una u otra fecha, contemplo la esperanza de volver a hacer una concentración de Padrones, bien en La Plaza de Los Llanillos o en la  de Tigaday vamos a ver si se logra.

Entre los vestigios que se conservan  hasta estos días del paso del francés D. Luis, por nuestro  pùeblo,  resaltaré la existencia aún, de una variedad de uva de mesa, traída por él  desde Francia, especialmente recomendada para parrales, y que se ha conocido durante muchos años como UVA DE FRANCISCO PADRÓN, - mi abuelo- en razón de que éste compró  en 1,924 , a D. Ricardo Díaz, su casa de El Hoyo, casi lindando con La Casa del Aguardiente, y que  D. Luis le obsequió a D. Ricardo, unos sarmientos  de esa variedad para que formara allí su parral, el cual se conservó en producción hasta hace unas décadas.

Recuerdo en mi niñez  ver llegar a casa de mi abuelo personas pidiéndole sarmientos de esa famosa uva

para ser  plantada en sus casas, seguramente más bien en parrales.  Pero al paso de los años, y por distintas razones, poco a poco se ha ido perdiendo la variedad, y seguramente que yo seré de los pocos que aún  la conservan en mi parral de  Agua Nueva. Bueno sería que se hiciera una acción  tendiente a recuperar esa clase de uva tan singular y de características  distintas a las  variedades conocidas en nuestra tierra.


Esperamos seguir contando con la inquietud de María Nieves, que en su afán  de ahondar en la historia de nuestra tierra,  ya nos ha proporcionado grandes satisfacciones, y de ella hemos aprendido todos nosotros a querer y valorar más cada día,  tanto a nuestra querida isla, como al linaje a que pertenecemos.

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