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NIDO por CARLOS GAVILÁN BATISTA

  • radiogaroecadenase
  • 1 oct 2016
  • 4 Min. de lectura


Tras una charla divertida con D. José Juan Sánchez Díaz hijo de nuestra isla de El Hierro, constatábamos que todos los seres humanos estamos relacionados y que lo que nos separa es muy poco. Hablamos sobre la precariedad en los planteamientos existencialistas de las nuevas generaciones, cómo es esto de importante en la problemática del sentido de la vida, y el de una situación social caótica expresada en el desempleo, la pobreza, la mendicidad y la marginación…Estuvimos de acuerdo en que sin duda son temas de máxima trascendencia, pero también sabíamos que la pobreza espiritual a veces puede ser un problema mucho más grave, y de ahí que pretendiésemos encontrar alternativas que permitan manejar esta situación de un modo más global, al tener en cuenta todos los factores que influyen de un modo favorable en la superación de estas dificultades, a las que, indudablemente, nos tenemos que enfrentar queramos o no durante toda nuestra vida. Le decía a D. José Juan que, para gestionar esta situación, sería factible recurrir a la ayuda de aquellas órdenes religiosas y comunidades creyentes que desde hace muchos años llevan nuestra fe y el amor a Dios en el servicio a los más pobres, y que colaboran con realismo y convicción en hacer la vida más humana, además de involucrarnos en los programas llevados a cabo por la Administración y otros grupos de intervención y atención comunitaria. D. José Juan, como no podía ser de otro modo, sonreía mientras reflexionaba al respecto dejando entrever cierta desconfianza, me dijo: “en unos días pasaré a saludarle y le daré mi opinión en un análisis más extenso”. “Llevar nuestra fe y el amor a Dios con el servicio a los más pobres”. NIDO Donde se fragua, De allí salió, Nacimiento… Palabras, suenan igual siendo diferentes, opuestas, una palabra sola, sin nada que le afecte carece de sentido, alguien balbucea: Vida. ¿Qué quiere decir? Tal vez que reconoce la existencia de una cosa. O quizá se refiere a una mujer determinada. Estamos en una situación de indeterminación que no nos conduce a nada. Alguien me preguntó por el sentido de una palabra concreta, ¿Qué es Nido? Me causó perplejidad, esa palabra aislada se presta a todas, las interpretaciones del mundo, me referiré a unos chistes viejos que vi en la revista Codorniz. Saliendo de su nido, entran al campo una ratita con sus cuatro hijos, cruza el cielo un murciélago, uno de los ratoncillos exclama: ¡Mira, mamá, un ángel! En la rama de un árbol reposa un nido con varios pajarillos, miran al suelo y ven a una vieja que lleva a sus espaldas un haz de leña, un pajarillo dice sonriendo: Va a hacer su nido. ¿Se equivocan? La pregunta me hace recordar el caso de dos vacas que van por un camino y en un mal momento, se detiene la vaca que va en cabeza y la siguiente tropieza clavándose un cuerno. La pregunta era: ¿Cuál de las dos puede decir con mayor razón “Tengo un cuerno clavado”? No se fíen de mí, hago pregunta sin aparente sentido, pero, repito, no se fíen. Ahora les invito a trazar un dibujo muy especial, atentos a la definición: Tenemos una hoja y vamos a dibujar nueve puntos, tres distantes un par de centímetros cada uno del otro, debajo otros tres puntos y debajo otros tres puntos, perfectamente alineados unos con otros. ¿Qué hemos de hacer? Sencillamente, nos hacemos con un lápiz, hemos de trazar cuatro rectas que ocupen todos los puntos. Sin haber levantado la punta del lápiz. Si ya lo conocían carece de mérito, el que se enfrenta por primera vez es el que vale. Ya veremos a que conduce todo esto, tal vez a nada. ¿A colación de qué este rollo? Nada, una pregunta nacida de un comentario sin mayor importancia, hablaba yo de un nido de arte y surgió la pregunta: ¿Qué es un nido? Es tan amplia la respuesta que necesita preparación, atención y cariño amistoso. Sabemos que el nido de un ave cualquiera tiene su fundamento en la crianza y preparación de los vástagos, en ello predomina la presencia de la madre que ahueca las alas para abarcar más en su protección, conlleva también la colaboración del padre que trae los alimentos; dicho así en plan general sin especificar casos concretos que los hay y muchos, ¿Es lo mismo un nido de golondrinas que el de una cigüeña? Yo creo que no, ¿Y usted? Llega un hombre, se sienta a la mesa de un café, saca una cajita con un ajedrez de bolsillo, lo monta y se pone a jugar, al rato llega un amigo que se sorprende, pero le agrada la dedicación y se pone a observar y preguntar de vez en cuando, aparece otro que se siente atraído por lo mismo, terminan decidiendo hacer lo mismo, proponen reunirse todos los días para practicar una afición que los une; ¡Han creado un nido de ajedrez! Así de sencillo, lo complican llevando a sus hijos, hasta llegan a construir un Centro. De la misma suerte pueden aparecer nidos y nidos. Unos de pura casualidad, otros a propósito. En todos hay un peligro latente, cuando empiezan por adoptar un director o un Jefe, un mandamás que impone sus ideas anulando la personalidad del conjunto. Ese grupo de cristianos del que hablábamos hace unos días, que ponen su vida en la oración y en el servicio a los demás ¿Es bueno? ¿Es bueno el jefe? Tal vez sea un mandado. ¿Ha sabido contestar correctamente a las preguntas propuestas? Hemos medido su inteligencia, pero ¿Cómo medir sus intenciones? Estimado d. José Juan Sánchez Díaz, son los hombres los que cambian. Me conmueve su insistente preocupación por los falsos profetas, «por sus frutos los conoceréis».

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