CRÓNICAS PRETÉRITAS
Por Donacio Cejas Padrón
LA MONTAÑA DE TAMASINA, EN LOS LLANILLOS, NECESITA
PROTECCIÓN URGENTE E INAPLAZABLE
Hace ya algunos años, le dediqué a La Montaña Tamasina una de mis Crónicas Pretéritas, reclamando entonces a las autoridades del momento, una atención hacia esa emblemática montaña de nuestro Valle de El Golfo que viene siendo salvajemente agredida en su integridad desde hace ya algunas décadas de años, y me atreví a proponer que se restaurara y se le devolviera el paisaje encantador que ella representaba en si misma, con su jable de dos colores, rojo una parte y la otra negro, para la tal restauración, me sirvió de modelo lo que se hizo en la carretera de Valverde al Puerto, bajando a la derecha, muy cerca de donde se halla el monumento al Bailarín Herreño, donde había un enorme socavón, por haberse extraído material aparentemente en exceso, no sé con que objeto, pero que después se repuso rellenando con escombros y materiales de desecho toda la superficie afectada, y después en la cúspide se le puso tierra apta para el desarrollo vegetal, lográndose restaurar el paisaje original del entorno.
Pedía yo que se hiciera lo mismo en Tamasina, y que después la cúspide se cubriera con jable de la misma montaña y sin grandes esfuerzos, se volviera a recuperar la Montaña Tamasina, para bien de nuestro Valle. No se me hizo caso, y durante largo tiempo, la misma ha seguido luciendo las huellas del desinterés y del abandono, con unas heridas realmente dolorosas, que me parece a mí, debieran producir sonrojo a nuestros regidores locales e insulares, no sólo a los de ahora, sino a los de muchos años atrás.
Ya me proponía yo repetir mi petición de atención para la referida montaña, a las autoridades del momento, cuando al comentar en una tertulia de amigos mi idea de hacer otra crónica con el mismo objeto, me entero, que no sólo no se ha protegido a Tamasina, sino que además, en horas de las noches se sigue extrayendo jable de la misma, con lo cual ha aumentado enormemente los socavones que ya tenía, y si no se remedia inmediatamente por parte de las autoridades, el daño será cada vez mayor,
pues incluso me han comentado que por el lado Oeste se están ya invadiendo propiedades particulares de ese lado de la montaña. Algunos vecinos se han personado en El Ayuntamiento informando de lo que está sucediendo, pero hasta el momento, en apariencia no se ha tomado ninguna medida sobre el particular.
Me dirijo clamorosamente a las autoridades, para que a la vista de lo aquí denunciado tomen cartas en el asunto sin le menor dilación. La misma Montaña Tamasina, y los vecinos de Frontera , se lo agradecerán.
Frontera tiene dos montañas emblemáticas, la de Joapira en Candelaria, que sirve de guía y referencia a todo el Valle de El Golfo, pues está situada junto a nuestro templo parroquial, y además en su cima se construyó el campanario que completa el colorido y paisaje singular del entorno, y fue lugar de paso obligado por los caminantes que subían o bajaban por el Risco de Jinama, y ahora lugar de paso hacia La Carretera de La Cumbre.
La segunda montaña es la de Tamasina en Los Llanillos, junto a la carretera que va hacia Sabinosa, con sus jable de dos colores, rojo y negro, y era también lugar de paso de los caminantes y arrieros que transitaban en uno u otro sentido el camino hacia el pueblo mas occidental de nuestra isla, y además hacia El Pozo de La Salud. Pareciera que Tamasina representaba el límite entre dos comarcas de El Golfo, pues ella recibía y despedía a los a diario hacían ese recorrido.
Recuerdo que por la década de los años cincuenta del pasado siglo, cuando ya empezaron a haber vehículos en nuestros pueblos, que algunas familias que acudían a La Fiesta de Los Llanillos en coches o camiones, elegían para ir a comer a la Montaña Tamasina, lo que le daba a la fiesta un nuevo y colorido atractivo, algo parecido a lo que se hacía y se sigue haciendo en La Cruz de Los Reyes el día de La Bajada de La Virgen.
Tengo la esperanza de que las autoridades tomarán nota de lo aquí expuesto, prohibiendo inmediatamente la extracción de jable de Tamasina, y empiecen a pensar en su posible restauración.
Si la Montaña Tamasina tuviera sentimientos, se sentiría muy dolida de las autoridades de nuestra tierra, que la han dejado mutilar salvajemente sin prestarle la mas minima atención, y ese mismo sentir lo tendría también para los vecinos de Los Llanillos y de todo el Valle de El Golfo, que miran con indiferencia lo que le están haciendo y no se preocupan de protestar energicamente por ante quien corresponda.
Por esa pasividad e indiferencia de nuestros vecinos, el Valle ha perdido algunos de sus
edificios mas emblemáticos como el Lagar y la Bodega de D. Matías en Tigaday, el Lagar y la Bodega de D. Francisco Padrón en El Hoyo, ambas eran unas verdaderas reliquias que debieron protegerse y conservarse, lo mismo sucedió con El Altar Mayor de nuestro Templo Parroquial irresponsablemente destruido por un sacerdote irresponsable de triste recuerdo, y lo mismo va a suceder con La Casa del Ataud en Los Llanillos a la cual no se le está cuidando lo necesario para conservarla con decoro y dignidad.
También ahora estamos viendo al pasar por Guinea, el estado de deterioro en que se encuentran Los Pajeros o Casas Antiguas, que antes lucían sus cubiertas de colmo renovado periódicamente, para ello nuestro recordado vecino Cayo Armas, ejerciendo labores oficiales, hizo una plantación de centeno para tener el suficiente colmo para poder renovar periódicamente los emblemáticos pajeros, por el contrario ahora, desde la carretera se ven muchos de ellos sin techo, lo que produce un efecto triste y desolador, y refleja sin duda alguna abandono y dejadez.
Espero que se tomen las medidas adecuadas por las autoridades competentes, y que también los vecinos de Frontera despierten de ese letargo de comodidad e indiferencia, que tienen también el inexorable deber de exigir que a La Residencia de Ancianos de Frontera se le culmine su reparación y entre lo más pronto posible en funcionamiento, lo cual es una necesidad inaplazable.
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