CRÓNICAS PRETÉRITAS
Por Donacio Cejas Padrón
LOS MONTES DE LA ISLA DE EL HIERRO
En la foto Don Isidoro y Don Zósimo con su esposa frente al Parlamento Europeo
Nuestra pequeña isla brotada del mar inmenso, como todas las demás del archipiélago, tiene unas especiales características que la naturaleza le otorgó, entre ellas, su gran altura en relación a su superficie, y por tal condición, su climatología y su flora y fauna han sido siempre motivos de estudios, y hoy me voy a referir a la masa forestal que corona nuestras cumbres y montañas, y la importancia que ella ha tenido a lo largo de la historia para la vida de los herreños.
Nuestros montes han proporcionado la leña y el carbón tan indispensables ellos, durante siglos, hasta hace muy pocas décadas de años, la leña era el combustible para las amas de casa, y todos recordamos como cada cierto tiempo había que ir al monte con las bestias de la casa a traer “ una carga de leña” para ello había que buscar momentos apropiados para que La Guardia Civil o Los Guardamontes no estuvieran cerca, normalmente se bajaba ya en horas de la tardecita y con toda la discreción del mundo, buscando los caminos menos transitados, si bien es verdad que es lógico pensar que esas autoridades se hacían la vista gorda y toleraban en cuanto les fuera posible esa actividad. Lo mismo pasaba con el carbón, algunos vecinos se dedicaban a preparar hornos de carbón, en lugares muy poco visibles, y cuidaban de su combustión con mucha atención, para que no se originara algún incendio, ese carbón se vendía también con toda la discreción, y se bajaba en bestias siempre de noche, había familias de Los Corchos y de Las Toscas en particular que se dedicaban, casi continuamente a este menester, incluso oía yo decir que estaban en el monte desnudos, para que al bajar al pueblo la ropa no les delatara por su olor.
También se plantaban bajo los árboles en algunas zonas, lo que se decía “papas de monte” aprovechando en el verano el frescor debajo de los árboles, y me parece que también por La Hoya Pequeña se plantaban ajos y cebollas. Al mismo tiempo se buscaban yerbas que nacían junto a los robustos árboles, la cuales se recolectaban como sustento a la cabaña ganadera de la casa, y en algunas zonas, autorizadas o no, se soltaban cabras, ovejas, y otros animales que aprovechaban como alimentos algunas ramas bajas, y los arbustos que solían crecer entre el monte.
LOS INCENDIOS
A lo largo de los años, hemos sufrido en nuestra isla los grandes incendios forestales, yo recuerdo en 1,948, seguramente el más grande de los últimos tiempos, empezó en El Lomo Gordo, en La Finca de D. Juan Padilla, situada en los altos de El Golfo, por un descuido de alguien que estaba quemando unos rastrojos, y violentamente subió hacia la masa forestal de lo que llamamos el monte de adentro, se expandió hacia arriba y hacia el lado Este, llegando hasta El Maderal y La Hoya Pequeña, a pesar de los grandes esfuerzos de los vecinos, no hubo manera de contener el avance de las llamas, y también se expandió en el sentido Oeste llegando hasta el Jable, entonces desprovisto de vegetación, y que hizo de barrera natural de contención para que no continuara hacia La Montaña Colorada, lo único que pudo lograrse con grandes esfuerzos, es que no saliera del Golfo hacia La Cumbre y El Pinar, creo recordar que duró varios días. Recuerdo oírle contar a D. Zosimo, Agente Forestal que, procedente de La Palma llegó en esos días a nuestra isla a cumplir sus funciones, pero que al no conocer aún el terreno, y viendo la magnitud del incendio recurrió a las autoridades insulares para que le recomendaran a alguien que conociera bien los caminos de entrada y salida de los barrancos y en efecto, El Delegado del Gobierno entonces D. Juan Sánchez lo puso en contacto con mi tío Juan Cejas y con D. Luis Barrera, y ellos le ayudaron a desenvolverse en medio de aquel gran incendio, incluso para que su persona no corriera peligro.
Al extinguirse el fuego, que arrasó la mayor parte del monte de adentro, y para aprovechar los restos del mismo, se subastaron varios lotes para sacar la leña y el carbón, las cuales fueron adjudicadas a varias empresas, una de ellas de La Palma, y otras las ganaron vecinos de nuestra isla, entre ellos D. Nicolás Pérez, y D. Tomás Rodríguez, y algún otro, estas subastas generaron bastantes puestos de trabajo por algún tiempo, yo recuerdo el incesante subir y bajar de bestias bajando los sacos hasta la Plaza de Candelaria, para después llevados en pequeños camiones hasta Punta Grande donde eran embarcados en barquitos para llevarlos a Tenerife y Gran Canaria. Por aquel tiempo, se hizo también una pista desde La Montaña Colorada hasta El Lomo Gordo y esos camioncitos de carbón entraban hasta allá a sacar leña y carbón, ignoro si esa pista se ha conservado, lo que sí recuerdo, es la gran actividad de aquellos tiempos motivada por el aprovechamiento forestal, y que incluso algunos palmeros que vinieron a trabajar con la empresa de su isla se casaron aquí, como D. Floricer, y también otros se quedaron y formaron sus familias aquí, muchos años después con motivo de las nuevas plantaciones de plátanos y piña, se repitió la escena, y bastantes palmeros han entrado a formar parte de nuestro padrón de habitantes, que ya suma aproximadamente 4,500, y que previsiblemente pronto llegará a los 5,000 y nuestro Ayuntamiento recuperará la categoría perdida con motivo de la segregación hace varios años de una parte de su territorio.
También recuerdo otro incendio ocurrido en 1,955, éste arrancó en La Montaña Colorada y caminó hacia el Oeste, y como detalle curioso el 9 de Agosto de 1,955 llegó al Puerto el nuevo camión de D. Luis Barrera, Austin TF 9.370, y nada más ser desembarcado, recorrió los pueblos de la isla recogiendo gente para ir a apagar el fuego, antes de ir para su casa, así era la vida entonces y así era aquel gigante que tanto recordamos D. Luis Barrera Lima.
Más recientemente ha habido varios incendios en la zona de La Mareta y de El Pinar, pero ahora hay muchos y mejores medios para combatir el fuego, así como personal técnico para dirigir las labores de extinción, y gracias a Dios en los últimos tiempos nuestra isla se ha salvado de grandes incendios.
LA PINOCHA
Durante varios años, también el monte produjo muchos puestos de trabajo sacando la pinocha en camiones y transportándola hasta El Puerto, para ser usada como abono en las plantaciones de plátanos especialmente en Tenerife. Recuerdo ver a los licitantes por fuera del Ayuntamiento de Frontera los días que se celebraban las subastas, y después los grandes camiones que continuamente transitaban las estrechas carreteras de entonces, desde El Pinar hasta el muelle, eso sucedió entre los años cincuenta y sesenta del pasado siglo.
LA REPOBLACIÓN FORESTAL
No se ha hablado suficientemente, -creo yo- de la gran repoblación forestal llevada a cabo en nuestra isla allá por los años sesenta, producto de lo cual hoy vemos una gran parte de sus montañas del Sur, y llegando hasta cerca de San Andrés, cubiertas de una masa forestal de incalculable valor paisajístico y que le ha dado a esa parte de La Isla una gran belleza, lástima que no se hayan continuado aquellos planes, pues a mí me parece que todavía quedan muchos espacios en El Hierro, ahora sin vegetación casi, que podrían transformarse en masa forestal. Parece que ahora nuestros dirigentes políticos tienen otras prioridades. Nuestra isla tiene una deuda impagable con aquellos hombres que diseñaron y ejecutaron aquellos planes de repoblación forestal, seguro que serían muchos los técnicos que se implicaron en ello, y que yo no conocí, pero entre ellos me atrevo a nombrar a D. Isidoro Sanchez, Ingeniero de Montes y naturalmente a D. Zósimo Hernández tan conocido y recordado en nuestra isla por su fructífera labor de muchos años, cuidando los montes de nuestra isla.
Creo haber leído, que los fondos para la repoblación forestal de nuestra isla fueron procedentes del llamado Plan de Adopción, decretado por el Jefe del Estado cuando visitó nuestra isla y comprobó su nivel de pobreza y abandono, lo mismo hizo con Fuerteventura, pero según cuentan las autoridades del momento, el referido Plan no llegó a ejecutarse conforme a lo previsto, sus recursos económicos fueron librados bastante tarde y mal, y no resolvieron como se esperaba la situación de la isla.
Muy bonito sería que todos esos parajes del Sur de El Hierro, casi sin vegetación, fueran transformados en masa forestal para bien de nuestra isla, incluso para contribuir al aumento de lluvias y humedad, pero depende de las autoridades insulares, regionales y nacionales, las cuales de momento están más ocupadas en sus campañas electorales para tratar de no perder los privilegios que el poder lleva consigo.
Veremos lo que nos espera a todos.
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