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LA MANO QUE LLEVA AL CADALSO. Por María Elena Moreno.

En la Revolución Francesa, los encargados de mandar a la guillotina, miraban las manos de las personas y cuando éstas estaban sedosas y blanquecinas, el sujeto/a en cuestión era candidato a ser degollado. Hoy en día usamos guantes, cremas, nos hacemos la manicura, y las mujeres han aprendido a trabajar con uñas como garras de porcelana y toda clase de dibujos, barnices y colorido.

Conocí a una catedrática de matemáticas que hacía sus tareas del hogar, pero sus manos siempre fueron de princesa. Por muy refinada que sea nuestra educación, si te miran a las manos te pueden encontrar todo tipo de significados. A lo largo de mi vida, las he tenido de todas las maneras posibles: arañadas por las malezas del campo, quemadas por los disolventes cuando pintaba con óleos, mordidas por los nervios, largas, pintadas, hinchadas por la mordida de animales con los que jugaba por mi propia iniciativa, con el dedo índice de la mano derecha negro y encallecido por pelar papas, pero siempre tuve y tengo durezas en las palmas de mis manos, pues nunca me gustó ponerme guantes, para hacer mis tareas, que son muchas. Quién mirara mis manos, según mis distintas épocas y etapas, podría pensar que se trataba de una salvaje, de una friega platos, de una profesional de la pintura de brocha gorda y de brocha fina, de una loca de atar cuando a veces, me sangraban mis pellejos secos por el excesivo uso de la lejía, etc. Pero creo por el expectáculo que ofrecían mis manos, nunca hubiera sido candidata al cadalso.

En cambio, las manos de las monjas que me daban clase, eran la perfección:, limpias, bien cortadas, sin pintar, algo resecas, por estar lavadas con jabón lagarto, oliendo a limpio pero nunca perfumadas. No puedo soportar los cocineros/as que filman vídeos en la tv y redes sociales, cocinando con uñas de loro y anillos de gran tamaño.

Tampoco puedo tolerar a los que te extienden la mano, entregando sólo las puntas, como si te tuvieran asco, y en cambio, me enamoran las personas que te dan un caluroso apretón con sus palmas y dedos cálidamente afectuosos.

En fin en el tema de las manos hay para observar, analizar, divertirse e interpretar para todos los gustos.

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