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JURA DE BANDERA DE CIVILES

  • radiogaroecadenase
  • hace 4 días
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                        CRÓNICAS PRETÉRITAS

                 Por Donacio Cejas  Padrón


         JURA DE BANDERA DE CIVILES

Ayer tuve la suerte de participar en un acto precioso en  La Plaza  del Cabildo de Valverde,  cual  fue la jura de bandera de un grupo de civiles, la cual estuvo presidida por El Almirante Comandante del Mando Naval de Canarias, y con presencia de un contingente militar del Ejército, Infantería de Marina, y Marinería, además de los tres alcaldes de nuestra Isla, el Vicepresidente de El Cabildo, y demás autoridades insulares, regionales y nacionales, con  asistencia también  de Mandos del Ejercito del Aire.


En mi época de juventud, al llegarme la edad militar, ya había emigrado a Venezuela y no tuve oportunidad, por lo tanto, de jurar fidelidad a  nuestra bandera, y ahora próximos mis ochenta años he podido ver realizado mi deseo de hacerlo el día de ayer.


Fue muy notable el grupo de personas, hombres y mujeres que  participamos en el acto patriótico, y doy gracias a Dios por haber podido vivir una sensación tan entrañable y singular, además de que el escenario de La Plaza de El Cabildo, es sin duda el lugar más apropiado para  cualquier herreño, pues esa plaza tiene gran significación para todos los que hemos tenido la suerte de nacer en esta isla.


Además del ritual militar, el acto tuvo un sentido de confraternidad entre las autoridades militares y los que juramos fidelidad a la bandera,  de aquí en adelante nos sentiremos más amigos, más unidos en el amor a nuestra patria, a nuestra isla, a nuestro pueblo. También hubo representación de La Iglesia con un Capellán Castrense, algo que es inherente a la tradición de nuestra patria.


Entre los  que juramos fidelidad a la bandera, lo hizo también nuestro estimado cura párroco de El Pinar, San Andrés e Isora  D. Darvin, un venezolano de nacimiento, que  nos orienta espiritualmente en nuestros pueblos con su ministerio sacerdotal que  tanto le agradecemos.  Su presencia  ayer entre los que participamos en el acto de  jura de fidelidad a la 

bandera, me hizo reflexionar una vez más sobre las consecuencias que tienen para los pueblos los malos gobiernos que obligan a muchos de sus nacionales a tomar el  camino de la emigración. Además de nuestro estimado párroco, tenemos también varios naturales de Venezuela y de otros países hispanoamericanos,  médicos, enfermeras y enfermeros, modestos empresarios, trabajadores de distintas ramas, que  ya forman parte del conglomerado humano de nuestra sociedad. Ya vemos los colegios de nuestros pueblos  llenos de niños y niñas con rasgos latinos que se han integrado perfectamente en nuestra sociedad y ya se sienten muy a gusto  en su nueva patria, que los acoge y los protege.


Esa es la consecuencia de las políticas de gobierno equivocadas  de varios de aquellos países, gobernados por fanáticos enloquecidos, que han llevado a sus países a la ruina.


Las sociedades que progresan son las que practican la generosidad, la justicia, la tolerancia, la confraternidad, la convivencia ciudadana, ese es el mejor camino hacia el progreso social y económico.


Por eso me duele tanto lo que pasa en nuestra isla con los fanatismos pueblerinos, que tanto  daño le han hecho a nuestra  tierra, especialmente cuando llega el tiempo de La Bajada. Invoco a los bailarines  y a sus representantes a un correctivo moral para que cesen en sus empeños de protagonismos estériles. Las generaciones que nos precedieron nos han legado una norma de respeto y concordia  en los actos  de La Bajada, y así ha sido siempre, por lo tanto, los que vivimos el presente sabemos  que todos estamos obligados a dar continuidad a la tradición fraternal heredada, y nadie tiene derecho a invocar privilegios ni posturas insolidárias y hay obligación de  adoptar normas de comportamiento acorde con lo que siempre fue  La Bajada de La Virgen. Es una pena que los medios de comunicación social  nos estén dando noticias negativas y discordantes  de las posturas de los distintos pueblos, que  influyen  indebidamente en  el desarrollo de los actos programados, y cuyas noticias trascienden así fuera de nuestro marco insular.


Por sobre todo, hay que tener en cuenta, que La Bajada es una fiesta religiosa, y nadie debería tener más protagonismo que la Sagrada Imagen, y nada se puede programar o acordar sin la colaboración  y la opinión de La Iglesia y sus representantes.


Por cierto que últimamente he asistido a la inauguración de algunas obras en nuestra isla, y que  he observado con gran pena, que en los actos de tales inauguraciones no ha estado presente  algún  representante de La Iglesia, es decir algún sacerdote para proceder primero que nada a la bendición de la obra realizada, algo  que es tradición  centenaria en nuestra isla. Alzo mi protesta respetuosa sobre este particular.  


Nuestra isla tiene una tradición de hábitos religiosos continuados desde muchas generaciones, y no veo por lo tanto razón alguna, para que  las autoridades del momento hagan dejación de las normas que siempre han  existido  y que han sido  razón de sus tradiciones.

Naturalmente respetando sus creencias y hábitos de vida, pero ellas serán de  ámbito personal, y no por ellas están autorizados a cambiar unas tradiciones  que la mayoría de los herreños  no quieren que se les alteren o cambien.

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