Lamentablemente, lo políticamente correcto es un concepto completamente difuso. Los tratados de urbanidad, ética, estética, buenas costumbres y protocolos de las buenas formas, llenan libros y tratados en infinidad de estanterías y bibliotecas, cada tomo suele sonreir en sus baldas acumulando polvo y ácaros. En la vida real, hay tantos tratados de las buenas maneras y costumbres, como individuos carentes de una formación disciplinada. La corrección no se consigue sin la capacidad de sacrificio de los que forjan personas, no existe sin empatía, sin método, sin amor a la humanidad. Sobran «profesionales» que cruzan las rayas rojas del respeto y la privacidad. Desexpertos, que opinan de todo y no se especializan en nada, individuos trepados en el púlpito de la soberbia y la miseria del corazón, invasivos que no ocupándose de sus propios defectos, te dicen tus fallos e imperfecciones con toda la desfachatez. Bocas abiertas e insaciables invaden el área de los demás, traspasan la zona íntima, atropellan al prójimo, escachan cabezas. No teniendo sentido de la ética unos y no creyendo en un Dios otros. Yo quiero marcharme de aquí (es un decir), pues tengo la sensación, de que no tengo sitio para ocupar mi espacio. ¡Danzad, danzad malditos! película de la gran pantalla que te acerca a la realidad de la codicia y la manipulación despiadada, donde los ojos que la contemplan, quedan absortos y desarmados. Tengo que seguir aprendiendo, límando mil imperfecciones, no me excluyo, pero además, dejen que me quite el sombrero ante los escasos referentes que han sido mi guía y admiración, formando el jardín de flores que riego a diario en las parcelas de mi corazón.
- radiogaroecadenase
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