CRÓNICAS PRETÉRITAS
1,948 EL AÑO DE LA SECA
HISTORIA DE UN CAMIÓN
GRATITUD A D. SILVESTRE PADRÓN VILLARREAL, A D. TOMÁS RODRÍGUEZ ZAMORA, ALCALDE DE FRONTERA ENTRE 1,943 Y 1948, Y A LOS VECINOS LOS HERMANOS D. DIMAS, D. BENITO, Y D. MATEO GONZÁLEZ GUTIÉRREZ.
El año 1,948 recordado como Año de La Seca, fue uno entre otros tantos donde nuestra tierra ha sufrido verdaderas calamidades en razón de la falta de lluvias, estuvo desde los últimos meses de 1,947 hasta entrado el 1,949 en que no llovió prácticamente nada. Se secaron la mayoría de los cultivos, se perdieron las semillas, y los ganados también morían de sed o de hambre. Ya se ha escrito bastante sobre aquella época tan trágica y dolorosa, pero hoy me voy a permitir relatar algo que mucha gente, especialmente los jóvenes, desconocen y que tuvo grandes consecuencias positivas dignas de recordar y relatar.
Unos años antes, en 1,942, los hermanos Padrón Villarreal habían adquirido la finca y el Pozo de Aguanueva , dispuestos a poner en explotación el pozo y los terrenos que fueron comprando y arrendando en sus inmediaciones, pues al haberse instalado un potente motor, de funcionamiento a carbón, podían disponer de agua en cantidad, y pronto empezó aquella iniciativa a transformarse en un complejo industrial y agrícola de gran envergadura. De los tres hermanos, vino a encargarse del desarrollo del complejo, D. Silvestre, un emigrante retornado de Cuba y Brasil, donde había aprendido al manejo del cultivo de la caña de azúcar y la producción de ron, azúcar y miel, pero que además incorporó otras producciones agrícolas de gran importancia.
Viendo la situación de pobreza y miseria de los vecinos, hizo unas pozas para que los vecinos llevaran sus ganados a beber agua, y las vecinas a lavar sus ropas, además que llevaban agua para sus casas. Tuvo la feliz idea de ofrecerle al Alcalde D. Tomás Rodríguez toda el agua que fuera necesaria, gratuitamente, no solo para El Golfo, sino para el resto de la isla, siempre que él consiguiera con El Gobernador Civil, el permiso necesario para importar un camión de Inglaterra, pues consiguiendo esa licencia de importación, había en el pueblo una familia, los tres hermanos Gónzalez Gutierrez, D. Dimas, D. Mateo y D. Benito, que tenían capacidad económica para pagar el camión, y ofrecerlo gratuitamente, por el tiempo que fuera necesario para que subiera diariamente agua a San Andrés, Isora y El Pinar.
El Alcalde D. Tomás Rodríguez se plantó inmediatamente en el despacho del Gobernador en
Tenerife y le hizo el planteamiento, que se necesitaba sólo el permiso de importación, pero el Gobernador le contestó que no podía otorgarlo, y entonces El Alcalde le entregó un sobre que contenía su renuncia al cargo de Alcalde de Frontera, y le dijo Sr. Gobernador, yo me he tenido que pagar mi pasaje para venir a verle, pues en El Ayuntamiento no había dinero para ese gasto de desplazamiento, y yo no puedo volver a mi pueblo, derrotado y con las manos vacías, donde se nos están muriendo nuestros ganados de hambre y sed, y donde no hay agua ni para la más mínima supervivencia... y trató de salir del despacho, pero entonces el Gobernador se levantó de su asiento y le dijo, D. Tomás tiene usted toda la razón, déjeme hacer el viernes en Madrid una gestión con El Ministro de Comercio, y si no lo consigo, entonces los dimitidos seremos dos, pues yo también voy a dimitir, yo no puedo ser Gobernador de la provincia sino logro, al menos mitigar esta calamidad que usted me cuenta que están viviendo en El Hierro y que yo ignoraba que era tan extrema. ¡ Váyase tranquilo! que yo le avisaré por telegrama del resultado de mi gestión, y en efecto, una semana después ya se había otorgado la licencia de importación del camión, que resultó ser el Commer matrÍcula TF 6653, que pronto se desembarcó en El Puerto y comenzó a subir diariamente tres viajes de agua desde Aguanueva hasta El Pinar,l San Andrés, e Isora. Cada viaje tardaba cuatro horas, lo conducían los primos Honorio y Dimas González, doce horas cada uno, se decía que al camión no se le enfrió el aceite de su motor durante el tiempo que fué necesario, y que me parece que fue algo más de año y medio hasta que volvieron las lluvias.
A pesar del tiempo transcurrido, es bueno recordar a aquellos grandes hombres de nuestro pueblo, que sacrificaron una parte de su tiempo y de su economía, para servir con generosidad a su pueblo y todos esos meses de trabajo del camión fueron gratuitos, solamente pidieron los gastos para el combustible y el humilde salario a los choferes, y que lo obtenían vendiendo dos bidones de 200 litros de cada viaje, por baldes a los vecinos, al precio de una perra por cada uno.
Ese camión tuvo una larga historia en nuestro pueblo, pasó por varios dueños, yo lo conocí siendo propietario del mismo D. Luis Barrera Lima, subiendo vino, duraznos, queso, etc. todos los dí
as de correo al Puerto, y regresaba cargado de cemento y otros materiales de importación, a su vez hacía de ambulancia trasladando enfermos a Valverde siempre que fuera necesario, y sirviendo a los vecinos con gran generosidad, todos le debemos a D. Luis muchos favores y nunca lo hemos olvidado. Años después se le cambió el motor por otro nuevo de gasoil, y no supe de su final, pues la emigración muy tempranamente me alejó de mi querido pueblo, al que he tenido la suerte de volver después de más de treinta años de dolorosa ausencia.
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