Los desenlaces del futuro que construimos hoy, son previsibles. Pero lo que me excita ahora, es el factor aleatorio y circunstancial que rompe la línea de sucesiones de hechos, causados por un accidente fortuito que influye en nuestro destino. Temo que esos accidentes sean negativos. ¿Que pasa si son positivos?. En estos casos se interrumpe el aburrimiento existencial y aterrizamos en un mundo inédito e inusitado, que nos cambia todos los esquemas. Es un buen entretenimiento recordar cada vez que nos ha sucedido esto, o imaginar cuando podrá volver a ocurrir. Estadisticamente hablando, son pocos los que conservan estables los domicilios, las parejas, los trabajos. Normalmente las grandes olas en medio de la deriva en nuestro océano de acontecimientos particulares, nos sitúan dentro del cambio preconcebido o totalmente sorpresivo. Quizás las vidas metódicas de generación en generación, construyan de repente la genética del individuo que se aburre y gusta de perder la vida en el alpinismo, las carreras de alta velocidad, en suma las grandes aventuras. Todo para conseguir el vértigo que les lleva a sentirse inmersos en el gran tobogán de las grandes vorágines. Algunos mezclan estas sensaciones intensas y las trasladan a las relaciones personales; quizás esto explique que gentes normales y exitosas se vean atraídas por elementos enigmáticos, desordenados, amorales, para descubrir más tarde que el objeto de su pasión, llegó a ser un contacto problemático que inundó su vida de sinsabores y se dirigió sin remedio a lo estrambótico y dramático. Conocer residuos insolubles de la sociedad es a menudo, uno de los grandes obstáculos que emulan a las piedras del camino.
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