Son muchos los peregrinos que desfilan lentamente por el Santuario de la Dehesa. Desfilan en parejas o en pequeños grupos familiares, todos ellos con su mascarilla puesta y rezan en silencio, de pie, pues como medida profiláctica se han inhabilitado los asientos. Las velitas se consumen como muestra del espíritu que reina en La Ermita donde su moradora La Virgen de los Reyes, continúa haciendo milagros de curación espontánea, hacia los que tienen fe y nos acercamos humildes y llenos de amor para pagar algo de nuestra promesa.
Son tardes apacibles donde ya comienzan a volar las golondrinas, sobre la tierra en los terrenos ocres y verdes que confirman la existencia de nuestro verano. Y la paz llega y eso sólo interrumpida por el saludo, a los fieles que nos encontramos al salir por el portal bendito, donde la Madre Amada traspasa su umbral cada cuatro años. Hoy en sustitución de la Bajada hemos rendido nuestras oraciones y ella recoge nuestra loa interior, devolviéndonos al estado de nuestra paz, encofrada en un alma que llega maravillada y agradecida con la humildad de la veneración hacia Ella.
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