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EN MEMORIA DE JUAN PEDRO PÉREZ «PERICO» por Mª Elena...



Según me enteré de la triste noticia, un dolor unido a la imagen de él y de su familia me invadió el alma. Yo no voy a hablar de lo importante que fue en su día para nuestro vernáculo deporte: La «Lucha Canaria» ni de su papel en el equipo de «Productos de El Hierro» donde formaba parte al lado de su famoso hermano Francis Pérez, el «Pollito de la Frontera». Voy a relatar sólo, lo que de su imagen quedó grabado en mi retina. Hace 25 años iba de la mano de Leoncio a ver los encuentros de Lucha Canaria y visité todos los campos y terreros de este deporte que estaban en aquel momento operativos en la isla. Por aquellos tiempos, Leoncio Morales, Director y fundador de Radio Garoé, desplazaba sus equipos móviles de la Radio y junto a Francis Gutiérrez, maestro y propietario de la librería que regentaba junto a su padre Don José en La Frontera, iban juntos a retransmitir la luchada. Juan Pedro Pérez estaba siempre en el equipo herreño junto a su hermano. Entregado y vital, tenía una forma de luchar de la cual, los críticos alababan como de los mejores. Su fuerza y veteranía lo hicieron popular. Se retiró en la misma época en que lo hizo su hermano. Francis Pérez se dedicó a múltiples actividades, unas comerciales y otras como entrenador y profesor de sus conocimientos de lucha, mientras tanto Juan Pedro, se dedicó a actividades de ganadería y como trabajador en el Ecomuseo de Guinea, donde estuvo durante toda su vida. Todos comentaban su habilidad con el palo para subir y bajar «El Risco» en el rescate o búsqueda de animales o en sus misiones tras la observación, protección y sueltas del Lagarto Gigante de Salmor. Poseía mucha fuerza y salud. Era de complexión atlética, de trato cercano y sencillo. Probablemente a partir de ahora tendrá un hondo lugar en la melancolía del pueblo herreño al recordar su único y admirable sentido de la nobleza, la cordialidad en el trato y su generosidad con la madre naturaleza. Conozco a su encantadora esposa Nereida, a sus hijos y nietos. Durante todo este tiempo me he encontrado con él cuando conducía su camión por los caminos que conducen a la Fuga de Gorreta, por donde transitaba la carretera de Las Puntas, y por Tigaday cuando iba a adquirir comida para sus animales. Amante de ellos, me daba alegría verlo llegar con alguno de sus preciosos perros ‘pastores amarrados a la trasera de su camión. Tuvo muchos años una burrita muy simpática, la cual hacía mis delicias cuando se acercaba rebuznando, desde el cercado hacia los muros, junto al sendero por donde nos desplazábamos. Juan Pedro, conversaba y saludaba a todos con amabilidad, haciendo gala de la naturaleza que caracterizaba a los luchadores herreños. Conozco también a sus ascendientes, una familia muy arraigada en La Frontera. Entre ellos destacaré a sus padres y tíos, a sus primos y a su abuelo conocido como «Machín» un hombre legendario donde por sus habilidades y anécdotas, se le hace cumplida referencia en libros de la historia y costumbres de los herreños. Tantos encuentros y pequeñas conversaciones con él y su familia, hicieron que fuera creciendo mi afecto por él y su entorno. Yo lo asociaba al Sol, al verde de la agricultura del Valle del Golfo, a la vitalidad, y a la alegría de vivir, aún entre los avatares, trabajos y esfuerzos propios de la vida. Donde quiera que estés Juan Pedro, caminando hacia el cielo por las veredas de los caminos del Señor, recibe estas letras en tu recuerdo. Tu memoria siempre estará escrita en nuestra mente, en los libros, periódicos y en los relatos de los testigos que te conocieron y te vieron luchar, en tus vecinos, sobre todo y para siempre, en los rescatadores de vivencias de los que les gusta escribir, ahondar y reflexionar adentrándose en la vida de nuestros pueblos.

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