En el túnel de árboles… Por María Elena Moreno.
- radiogaroecadenase
- 25 jul 2023
- 2 Min. de lectura

¿Dónde estaba yo?,¿que hacía yo?, mientras se deshojaban mis días implicados en el hacer responsable y amoroso. Mi tiempo era de desgaste e iba tan rápido, como si un imán hiciera correr locamente las agujas del reloj en la máquina del tiempo. Mis mañanas no veían el Sol y mis horas no eran mías, pertenecían al engranaje de la burocracia que condicionaba mis tiempos y energías. Mientras yo le daba rutina al yunque de mi cuerpo, otros se alimentaban de luz y de salitre. Mientras yo atendía los fogones del amor encendido y mis manos volaban a acariciar y a servir, otros respiraban burbujas lúdicas y el oxígeno de la sensualidad. Mis colores eran la tinta añil y mi ruido permanente la impresora. Mis pies se enfundaron en las botas de las siete leguas de la prisa y mis bolsas de provisiones se balanceaban hasta llegar al portal, donde terminaban mis esfuerzos y nacían otros, que por su calidez e intimidad pasaban desapercibidos. Mis ventanas se abrían a diario, para ver de lejos las hojas retoñar, y aún más lejos los azules del horizonte, para concluir la jornada sin disfrutar de los ocres dorados de los sucesivos ocasos, que me prometían un renacer de los rayos del astro dorado que siempre admiré. Los esfuerzos se convertían en plegaria y el dolor de mi mórbido engranaje palpitaba con fuerza, y aunque de ritmo desigual, por el cúmulo de variopintas emociones, todas ellas dirigidas como una veleta que persigue el norte de la plenitud de las ideas y las conclusiones de mi destino final. La fatiga era sorda para mí. La voluntad aunque imperfecta, rozaba los caminos de Dios, pues le ofrecía a Él cada obstáculo que encontraba en el camino, y cada piedra removida que echaba a un lado del sendero, me acercaba más y más, hacia la esencia y epidermis del creador que se mostraba casi presente. No se cómo me alimentaba del verde maná, el cual no disfrutaba, sino en la funcionalidad de una energía diaria para seguir sus mandatos. Y mientras tanto, mis coetáneos se sumergían en el mundo de pasiones oscuras y engañosas, a la par que se desarrollaban y afianzaban en un mundo real de avidez y de progreso loco, ascendiendo la escalera de la vida sin sentido. ¿Dónde estaba yo? ¿Era correcto mi camino?, o es que todos ellos conducen a la misma Roma, donde hipotéticamente se coloca la balanza de nuestras acciones. Sigo sin entender, sigo sin reposo, pero algo en la conciencia me habla, como si quisiera decir que me bañe en la tranquilidad de mis ocupaciones, en la certeza de estar inmersa, viviendo en los sueños que todavía se están cumpliendo y que aún no han llegado a su fin.
Comments