Cuando el concepto de poder es muy difuso, sigue la ruta equivocada. Volver a la raíz de la etimología no es la solución, todo el mundo capta el sentido de subir, presionar, ser tenido en cuenta, cambiar las cosas a su gusto, ser obedecido y más. Pero todo esto, puede estar orientado hacia el camino erróneo. El problema no es el sentido y lo que significa "poder", el conflicto se origina en la persona donde recae el poder. En las antiguas civilizaciones como Grecia y Roma, el poder lo ostentaba, linajes aparte, quienes eran buenos oradores. Pero la sabiduría del pueblo tenía algo que ver al elegir a sus parlanchines favoritos. Y digo esto, porque normalmente el que habla, suele actuar poco. He aquí como se separa el poder en dos vertientes que si caminaran juntas, estarían ejerciendo un poder.
El verdadero poder se tiene que ganar a pulso. El poder es buena intención, obviando ese sentido de la estrategia, que va directa hacia un egocentrismo individual o de grupo. Hoy en día al aumentar la cultura de los pueblos, vale más la demostración que el respeto inducido con estratagemas.
En la actualidad, el poder recae en el hecho consumado, en el pensar que si tú estás bien, yo me siento mejor.
Jamás se perpetúa un poder cuando no tiene una cimentación basada en la disciplina. Es aquí donde se detecta principalmente el poder. Algo tan simple como saber obedecer para ser obedecido, tan simple como haber sentido el dolor del esfuerzo para suscitar empatía, algo tan sencillo como amar lo que se hace, para en la misma dirección, amar al "todo" de nuestra sociedad.
¿Qué está pasando hoy en día, que al igual que siempre, se están originando en el planeta todo tipo de conflictos? Está fallando la cultura del respeto, la cultura que rodea la veneración por la conquista del perfeccionamiento individual, para llegar a la superación colectiva.
¿Se imaginan el poder vestido de pusilanimidad, y oportunismo, sin la base sólida de una formación que dé pruebas fehacientes, de que quien lo ostenta, se ha perfeccionado previamente a sí mismo? Algo tan importante como la bondad, la humildad y el amor, confunden a nuestros sentidos, que desde siempre han respondido a la ampulosidad, la vulgar verbigracia o contemplar el ridículo del que sube a la tarima sin los méritos propios de su autoformación. Es inútil pensar que el poder es titulación y sentido académico, si no viene acompañado del aprendizaje metódico de aquel, que aprendió uniendo sabiamente la palabra a su propia experiencia de esfuerzos conquistados. ¡Por favor demostrémosle al poder que se encuentra como primer orden en las personas que alimentan virtudes y sacrificio personal!
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