CRÓNICAS PRETÉRITAS
Por Donacio Cejas Padrón
EL MIRADOR DE JINAMA
Recientemente se ha construido en Jinama un nuevo mirador, que sustituyó al que se había levantado allí en 1,965. Esta obra de nuevo estilo ha hecho surgir varios comentarios a los cuales no me sumo, ni en sentido positivo ni negativo, pues en realidad no me siento capacitado para opinar sobre el particular, solo sé que el mirador anterior fue unas de las primeras obras que acometió D. Matias Castañeda Padrón cuando a su regreso de Cuba en 1965 fue nombrado Presidente de El Cabildo de El Hierro, y que el mismo resultó bonito y adecuado, de acuerdo a las posibilidades económicas del momento. Algunas personas opinan que no debió ser demolido, otras piensan que el nuevo responde a la época actual y que su obra era necesaria, repito que no me siento capacitado para opinar, pero como ya está hecho, pienso que lo mejor es aceptarlo tal y como se hizo.
Esta humilde crónica lo que reclama, es que a mí me parece que se hace necesario mejorar el entorno de lugar de Jinama, como por ejemplo remodelar las viejas paredes de los cercados contiguos, crear zona de aparcamientos cómoda y espaciosa, y en fin hermosear la zona, tal y como se ha hecho en otros miradores. Nada agradable resulta llegar a Jinama a ver el mirador y encontrarse con una zona aledaña sin ningún atractivo, desolada, descuidada, abandonada, donde no se ha hecho nada, pues los espacios permanecen en el mismo estado de muchas décadas atrás.
Debemos recordar que El Camino de Jinama era la principal arteria de comunicación entre los pueblos altos de la isla y El Valle de El Golfo, por sus calzadas transitaban a diario, tanto en el día como en la noche, los vecinos de unos y otros pueblos, a cumplir con sus quehaceres de campo, o transportando a lomos de sus bestias productos para la exportación como el vino, duraznos, queso etc. Creo realmente que sobre El Camino de Jinama no se ha hecho la divulgación merecida y necesaria, en función de los servicios que ha prestado a lo largo de la historia, incluso es posible que muchos niños de nuestra isla no lo hayan transitado.
Recuerdo que aquel gran hombre que fue Cayo Armas, no enaltecido suficientemente por quienes le han sucedido, tenía un sueño, una ilusión, cual era remodelar y adecentar la calzada del Camino de Jinama en su primer tramo, desde La Plaza de Candelaria hasta El Pino, adecentar las paredes de sus laterales plantando flores y crear espacios ajardinados, e instalar algunos carteles donde se narrara la historia de esa importante vía, para información de los transeuntes, no lo logró, y una capa de asfalto cubrió sus sueños, dejando enterradas las piedras centenarias de La Calzada de Los Corchos, que eran testigos de la historia, y que fueron limadas por las herraduras de las bestias de carga que a lo largo de muchas décadas de años pisaban sobre ellas y que merecían ser protegidas y cuidadas, sin duda, una indolencia imperdonable lo que se hizo de cubrirlas de asfalto sin darles ninguna importancia; como casi siempre le ha pasado al Valle de El Golfo, que hace muchos años ha carecido de hombres que amen de verdad a su pueblo; al paso de los años reverdecen y se engrandecen figuras luminarias como el mismo Cayo, D. Matías Castañeda, D. Tomás Rodríguez, D. Leonardo Armas, D. Onofre Sánchez, y varios más, que sin medios económicos, en épocas difíciles, sin remuneración económica alguna, lograron para su tierra, obras grandes como el mismo Aeropuerto de El Hierro, que se hizo en terrenos donados por sus dueños, cuando la isla apenas contaba con poco más de tres mil habitantes.
Nunca he sabido quienes fueron las mentes iluminadas que decretaron para Frontera las siniestras unidades de actuación, que pareciera que se promulgaron precisamente para que nuestro Valle no se desarrollara urbanisticamente, pues su aplicación llevó consigo la paralización de las obras que se pudieron haber construido, pues ya estaban en vías de ejecución, como el hotel que promovió mi recordado amigo D Carlos González Toledo propietario de Las Chafiras en el sur de Tenerife, para ser construido en la cabecera Sur de La Finca de D. Matías y que a pesar de sus grandes luchas no consiguió la permisología necesaria para su construcción, hay cosas en la vida que resultan muy difícil de entender, y esa negativa es una de ellas, pues de haberse construido ese bellísimo establecimiento hotelero, cuyo proyecto conocí, y otros más que se han negado en la zona de Belgara Baja junto al Sol de España, hoy nuestro Valle sería mucho más grande y hermoso, y habría muchas más posibilidades de recibir un turismo adecuado, e incluso que muchos de nuestros jóvenes no tuvieran que emigrar.
Observo como los laterales de la Plaza Nueva con nombre de D. Benito, están llenos de calcosas y malas hierbas especialmente por el lado Sur, lo cual refleja descuido y desatención, también contemplamos como El Campanario, símbolo y emblema de nuestro pueblo ha dejado de estar iluminado por las noches.
Esperemos que esta humilde crónica se atendida por quienes correspònda.
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