CRÓNICAS PRETÉRITAS
Por Donacio Cejas Padrón
NOCHEBUENA DEL AÑO 2,022 EN FRONTERA, EL 2,023 UN AÑO
PARA LA ESPERANZA
Desde 1,959, todavía en mi adolescencia no había pasado La Navidad en mi querido pueblo de Frontera, mi prematura emigración con apenas catorce años me privó del disfrute de estar presente allí en fechas tan entrañables y recordadas. Ahora, en la madurez de la vida, transitando ya su última etapa, Dios me ha permitido el regalo, largo tiempo acariciado, de vivir de nuevo las celebraciones litúrgicas en nuestra Parroquia de Candelaria. las cuales me han resultado a mi esposa y a mi de profundo
sentido cristiano y familiar. Tuvimos también la suerte de contar con la presencia de nuestro hijo Donacio, - sexto Donacio Cejas- venido desde Londres donde trabaja, y el cual también disfrutó plenamente de los días pasados en Frontera, pues además de presenciar por vez primera el rito tradicional del nacimiento del Niño Dios, tuvo también la oportunidad de bañarse en La Maceta y Timijiraque, algo impensable en otras latitudes, como por ejemplo en la ciudad donde vive, y a donde ya regresó.
Tenía yo una curiosa ansiedad por revivir los sentimientos que yo recordaba, y me preguntaba si ellos serían iguales, parecidos o muy distintos a los que yo recordaba
de mis tiempos de niño, y tenía hasta cierto temor a sufrir alguna desilusión, pues hay un dicho muy conocido que dice así “ no vuelvas al lugar donde fuiste feliz”, pero a Dios gracias no ocurrió así, y sentí gran satisfacción y contento por volver a mi pueblo
en fechas tan señaladas, y sintiendo el gran regocijo humano que produce asistir después de más de sesenta años y revivir escenas y momentos que estaban guardados en la mente y en el corazón.
No obstante ello, fue también motivo de meditación profunda durante esos días, el apreciar las modificaciones habidas en el mismo escenario de entonces, pero ahora con la presencia de otras personas, en su mayoría descendientes de aquellos a los que tanto recordé, mi madre, mis abuelos, tíos y primos, vecinos etc, creo que de entre tantas personas, pues el templo estaba lleno, apenas un par de decenas de los asistentes son de mi edad o de mis tiempos, los demás, mucho mas jóvenes que han ido ocupando los lugares de sus ascendientes, esa es la incesante renovación humana, es ley de vida y así seguirá siendo. Pronto tendremos de nuevo la celebración del Día de Candelaria el dos de febrero y La Fiesta de Los Llanillos el dia cinco, primeras fiestas del año nuevo, si Dios quiere allí estaré.
EL 2,023, será un año para la esperanza en nuestra isla y en nuestro Valle de El Golfo, se espera con expectación el cambio de autoridades, pareciera que ello es necesario, no han sido afortunadas las actuaciones durante estos años de las autoridades que nos rigen, tanto a nivel insular como local, y muy especialmente en Frontera tenemos el grave problema de La Residencia de Mayores, no tiene ninguna justificación lo que está sucediendo con este establecimiento tan necesario, y tampoco se entiende el silencio y la falta de información de nuestras autoridades, que están obligados a ir facilitando periódicamente el resultado de sus gestiones a sus vecinos.
No recuerdo otro fracaso igual en la historia de nuestra tierra, así lo tienen que reconocer y considero yo, que deben dar paso a otras personas, que con nuevos ímpetus e ideas se dediquen con mas acierto a la gobernanza de las instituciones herreñas.
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