CRÓNICAS PRETÉRITAS Por Donacio Cejas Padrón LOS ARTESANOS QUE YO CONOCÍ. Hubo un sector de nuestra población, unos vecinos muy recordados, los artesanos en diferentes especialidades, que con su hacer y su saber contribuían de manera muy importante al desarrollo de la vida en El Hierro, serían sin duda herederos de sus padres y abuelos en el arte de las diversas habilidades, que procedían claro está de los que acompañaron a los conquistadores para que, con su trabajo y conocimiento se pudiera ir allanando el camino para organizar una nueva sociedad. Debieron ser muchos los artesanos que fueron viniendo en los primeros siglos después de la conquista, vendrían maestros pedreros, carpinteros, albañiles, albarderos, talladores de la piedra, hacedores de cestería, agricultores, arrieros, pescadores, cocineros, charcuteros,- nombro a éstos, porque serían los que enseñaron a hacer los chorizos, las morcillas y demás derivados de la carne,- latoneros, maestros parederos, zapateros, carniceros, que también transmitieron como por medio de la sal podía conservarse y aprovecharse la carne y ser usada durante algún tiempo, segadores, expertos en los hornos de leña para producir carbón, maestros queseros, que sabían también cómo se podían conservar los quesos con el humo y con diversos ungüentos protectores etc, y fueron ésos pioneros de los distintos quehaceres, los que fueron haciéndole la vida más fácil a los venidos de otras tierras, y al mismo tiempo los que a su vez, fueron transmitiendo sus conocimientos a las nuevas generaciones. Serían ellos también los que enseñaron el cultivo de la viña y la elaboración de vinos y aguardientes, incluso a hacer el arrope, -mermelada a base de mosto de la uva y frutas, muy conocido en mi niñez- así como la plantación y el cultivo de las higueras en sus diferentes variedades, y además supieron plantarlas, por alguna razón que ellos ya conocerían, cada variedad en determinados sitios, seguramente en razón de la altura, y también enseñaron la manera de conservar los frutos, secados por medio del sol, y así lograr que duraran muchos meses en buen estado, posiblemente la fruta pasada, higos, tunos y uvas- las llamadas pasas- eran alimentos muy importantes en la dieta de los herreños de muchas generaciones, casi hasta nuestros días, además también su exportación tenía bastante importancia. Siempre le he prestado muchas atención, a las plantas de mimbreras y cañas, pues de ellas los maestros de la cestería construían los diversos envases de que era necesario disponer para sus quehaceres diarios, y para la exportación de los frutos secos que ya ellos conocían, y lo mismo los que de las piteras transformandolas en fibra- llamada pita- construían las sogas y cordeles tan necesarias para la habilitación de las bestias y su carga para ser transportadas, y me ha producido siempre mucha admiración como ellos sabían que los mimbres había que llevarlos al mar y sumergirlos varios días en agua salada para después proceder a construir los cestos, serones, canastas, reposas, forros para garrafones etc. También las cañas eran un complemento para la cestería muy importante, los cañales como se conocían estaban situados a la orillas de los barrancos, y en zonas frescas, recuerdos algunos en La Oliva y también en La Frontera, y en San Andrés cerca de la carretera, también se usaban las cañas para hacer los cañizos que era unos secaderos para el queso. Yo me acuerdo que mi abuelo Francisco tenía en El Monte varios ejemplares de mimbreras y que un señor de Tigaday, todos los años las podaba y se llevaba los mimbres y se los pagaba con cestos, canastas, serones que él hacía. Se debe recordar, muy especialmente, la utilidad de los serones y barquetas para el transporte de las uvas en las vendimias, y también en las mudadas, estas últimas, eran muy adecuadas para meter en ellas las gallinas, gatos, y otros enseres de la casa, incluso los niños pequeños. Todos los oficios que aquí he recordado, ejercidos por distintos vecinos del pueblo eran la clave del funcionamiento de la sociedad de acuerdo a los pocos recursos de que se disponía. También recuerdo que en el pie de La Montaña en el camino que va desde Belgara Alta hasta Las Lapas, vivía D. Andrés que era lañador de platos de loza, es como decir reparador de los `platos que se rompían por alguna razón, les ponía unos ganchos muy bien insertados, y un pegamento adecuado, y los platos volvían a usarse. Igualmente D. Felix Lima en Belgara Alta, al que llamaban “el latonero” construía lamparitas que con petróleo y una mecha de tela eran usadas en las casas para alumbrarnos, sobre todo en las cocinas, pues habitualmente en las otras partes de la casa se usaba “el quinqué” que tenía el mismo funcionamiento pero a su vez un tubo de cristal que lo protegía del aire y que daba mejor luz, y además producía mucho menos humo. Muy poco recuerdo de la luz de carburo, pero la conocí, aunque ya casi en desuso, y en los casinos se usaba aquellos grandes petromáx, cuyo combustible era una gasolina que entonces llamaban gasolina blanca, y que producían una luz muy intensa, solía haber dos en cada casino. Muy importante eran también los herreros, que construían las herramientas para el campo, y naturalmente las herraduras para las bestias de carga, recuerdo a varios de ellos como D. Jose Armas, y su hermano Juan en Los Mocanes, D. Juan Miguel en Belgara, D. Gregorio en Tigaday, en San Andres D. Nicolás Acosta y también en El Mocanal, un señor llamado Andrés, y que gracias a Dios vive en la actualidad, por cierto que recuerdo que tenía un bonito coche Austin que lo tuvo hasta no hace muchos años, lo veo casi a diario paseando por la carretera de su pueblo, y algunos más que ya escapan a mi memoria. Entre los albañiles recuerdo a D.Santiago Barbuzano, D. Timoteo Fleitas, D. Benito en Merese, D. Juan Gonzalez en Los Mocanes, D. Floirán, que aunque vivía en Tiñor, bajaba con frecuencia por temporadas a construir obras aquí en El Golfo, recuerdo en particular que le construyó a D. Rafael Armas su charca de La Frontera. También era albañil D. Valentín Hernandez siempre conocido como “el luchador”, y uno muy recordado al que llabaman “José el del Agua”, pues era muy entendido en la construcción de aljibes, además de que construyó en nuestros pueblos muchas casas, y es posible que haya trabajado en El Pozo de Aguanueva. Recuerdo también a D. Guillermo Padrón, padre de los famosos luchadores Micto, Paco y Ruperto, que era muy solicitado para la construcción de los hornos para el pan, usando como materia prima fundamentalmente Las Esquinas de La Helechera, recuerdo que D. Guillermo tocaba el violín, seguramente de él aprendieron sus hijos el arte de la música con el cual nos han deleitado por muchos años en nuestras fiestas de pueblo. En los primeros años de la década de los cincuenta, llegó aquí unas familia de Tenerife, Maestro Ignacio, y su hijo Nino que construyeron varias casas del pueblo, creo que la primera la de tío Mauro en Tigaday, vivieron aquí bastantes años, y su hijo Nino se casó aquí y ya no regresó a Tenerife, desafortunadamente murió siendo joven, era el padre de nuestro estimado mecánico Mesa de Merese, en Los Corchos, el querido Aquilino ya mucho más joven, y que falleció tempranamente. No había muchos carpinteros en El Golfo, recuerdo a un señor muy mayor D. Juan, que a su vez tenía varios hijos carpinteros llamados Ventura, Antonio y Juan, en Sabinosa D Juan Pérez, en El Hoyo tío Francisco Febles, hermano de mi abuela Catalina, oficio que continuó su hijo Francisco en Guarazoca donde se fue a vivir cuando se casó, murió trágicamente en un accidente mientras estaba de cacería, su profesión la continuó su hijo Oscar, más o menos de mi edad, y la lamentablemente también murió en La Costa Norte, mientras pescaba. En la actualidad contamos con varios artesanos de los mimbres y de la madera, entre ellos D. Pedro Armas de Los Mocanes, siempre conocido como “Pedro el de Juan José,” y que a su avanzada edad, gracias a Dios muy bien llevada, lo vemos en nuestro mercadillo y en ferias ofreciendo sus cestos, canastas, y envases en general de mimbre y caña, que Dios le conserve su salud. También su hijo Horacio, excelente campeón de la fotografía, es artesano de la madera, me parece recordar que confeccionó para el Sr. Obispo una prenda que él usa en sus actos litúrgicos, y creo que se llama báculo, aunque no estoy seguro si ese es el nombre. Horacio trabaja sobre todo las maderas de moral y sabina, y todos sabemos de sus bellísimas obras. También trabaja los mimbres el vecino Andrés Chávez de Las Tocas, esposo de mi amiga de la juventud, por cierto buena cantante de canciones mejicanas. Otro vecino igualmente un verdadero artista de la madera es Juan Fleytas en Merese, gran folklorista y mejor amigo, fundador junto a sus hijos del grupo musical Joapira de gran trayectoria, y que ha llevado el nombre de nuestra isla por muchos escenarios dentro y fuera de las islas, recuerdo su visita a Murcia donde visitaron la empresa Econex para la cual trabajé más de veinte años. En Sabinosa tenemos a Vicente Padrón, emigrante como yo a Venezuela donde ejerció de taxista, y que a su regreso formó parte de La Cooperativa de Transportes, gran bailarín por muchos años del grupo de su pueblo, y en la actualidad trabajando también los mimbres, conservo en mi casa una canasta que tuvo a bien obsequiarme, y quiera Dios que por muchos años siga en su bonita labor. Posiblemente haya más artesanos, pero realmente éstos son los que yo conozco, y para los cuales tengo mis mejores reconocimientos por su labor de continuidad y promoción de la artesanía herreña. Un cultivo también de cierta importancia, fueron las tuneras, repartidas por toda la isla, su fruto los tunos eran además de saboreados por los vecinos, usados como alimento casi fundamental para los cochinos que se criaban en todas las casas, y que eran sacrificados cada año por los meses de la entrada del invierno. Lo mismo las almendras, nueces, y castañas que supieron plantar y cultivar, ubicándolos en los lugares más adecuados para su buen rendimiento. Éstas se usaban para la elaboración de las morcillas y para otras delicatesen. Zapateros en Frontera conocí a D. Juan Febles, que tenía su zapatería en El Hoyo junto al Ayuntamiento, y que además tenía fonda o pensión para los visitantes y forasteros, la única que conocí en Frontera, allí recalaban los maestros, ambulantes y vendedores, funcionarios etc. algún extranjero de paso, casi siempre personajes extraños en su vestimenta que hasta miedo nos producían a los niños. Muchos años después funcionó otra pensión en La Plaza de Candelaria regentada por los queridos amigos, muy recordados Jovita y Antonio, hasta que emigraron a Tenerife y siguió en explotación por algunos familiares suyos . Albarderos no conocí sino a D. Miguel en Guarazoca, al cual acudían de toda la isla los vecinos para que les hicieran lo que se decía los apaños para sus bestias, o para reparar las albardas deterioradas, a su vez era cartero de El Golfo. Un sobrino suyo continuó en la profesión, y creo que ya no existe ninguno en nuestra isla, la verdad es que ya tampoco se usan las bestias como elementos de transporte. Produce admiración contemplar la cantidad de paredes que hay en nuestra isla, fundamentalmente para deslindar las propiedades, y para poder cultivar en pendiente, serían una labor muy sacrificada las construcción de esas paredes por lo accidentado de nuestros terrenos, las hacían incluso en montañas, sencillamente merecen ser valorados y considerados esos artesanos que nos precedieron en tiempos pasados. Mi manera de ser, moderada y prudente, y respetuosa, y también por mí ya avanzada edad, me aconsejan no expresar juicios apresurados, y por lo tanto respetar las opiniones de todas las personas, pero a mi si me parece que a veces en nuestra isla se hacen exaltaciones, seguramente exageradas de los guanches, posiblemente rodeadas de un sentimiento de misticismo, no siempre de acuerdo a la realidad… y por el contrario poco se habla y se estudia acerca de nuestros primeros habitantes que vinieron después de la conquista, y de quienes descendemos, pues según lo que yo he leído y estudiado,antropológicamente es de ellos de quien tenemos las características humanas. De todas las maneras mis respetos para todas las opiniones. Ya he alzado mi humilde voz de protesta, cuando se pretende conservar a ultranza todo lo relacionado con la cultura guanche, lo cual me parece lógico y necesario, mientras dejamos destruir continuamente las evidencias de la cultura surgida tras la conquista. En mis viajes por La Península Ibérica he visto cómo se conservan en muchas zonas de España, por ejemplo, los caminos de los romanos y de los árabes, mientras aquí, lastimosamente, cubrimos con asfalto las piedras hermosas y centenarias del Camino de Jinama, por muchos siglos la más importante vía de comunicación en nuestra isla, son esas piedras testigos directos del acontecer de esa vía tan importante, que debieron protegerse y cuidarse, yo contemplo la posibilidad de que algún día, alguien las rescate para el disfrute de las generaciones del presente. El mismo despiadado trato han tenido viejos lagares, e inmuebles y lugares, qué fueron representativos del patrimonio insular, y que tenemos la obligación de conservar y proteger. Ojalá esa ilusión algún día se haga realidad, y volvamos a poder transitar por el camino de Jinama, al menos en su primer tramo, pisando las piedras centenarias que todos conocimos.
- radiogaroecadenase
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