BENDICIÓN DEL SALÓN PARROQUIAL
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CRÓNICAS PRETÉRITAS
Por Donacio Cejas Padrón
BENDICIÓN E INAUGURACIÓN DEL NUEVO SALÓN PARROQUIAL EN LA PARROQUIA DE CANDELARIA EN FRONTERA.
Con la presencia de nuestro Sr. Obispo, y algunos párrocos que en tiempos ejercieron en nuestro pueblo antes, nos honran con su presencia, lo cual les agradecemos, creo que será esta la primera vez que concurren aquí, en el mismo día tantos representantes de La Iglesia, y han venido para acompañarnos en el acto de bendición por parte del Sr. Obispo, del nuevo salón parroquial, para cuya realización todos Uds. han contribuido durante el tiempo que estuvieron entre nosotros. Es momento también de recordar a nuestro Obispo Emérito D. Bernardo que puso tanto interés en que esta obra saliera adelante, sería injusto no recordarle con veneración cristiana en este momento. Siempre se dice que los pueblos, las civilizaciones, los hombres, construyen obras porque otros construyeron, y aquí una muestra, hoy se culmina una obra que arranca de setenta años atrás, cuando en 1,955 el párroco D. José Segura pidió a sus vecinos la colaboración para desmontar este solar y hacer el hoyo para construir un aljibe donde almacenar el agua de lluvia que caía del techo de la iglesia, y que fuera usada por el párroco y su familia, pues si bien la casa parroquial se había inaugurado en 1.953, la misma no disponía de servicio ninguno de agua, y todos veíamos a diario a los familiares del párroco acarreando cubos de agua desde las casas de varios vecinos, gentilmente obsequiada para sus necesidades domésticas del preciado líquido.
Los vecinos respondieron inmediatamente y acudieron a la llamada del párroco con sus guatacas, palas y cestas, que eran las únicas herramientas de que se disponía entonces, además de sus brazos y sus voluntades, pero lo hacían con gran entusiasmo; terminadas las jornadas de colaboración la hermana del Párroco, la recordada Nena, preparaba una suculenta comida, que acompañada de buen vino, terminaba en ratos de cantos y alegría. y en poco tiempo desmontaron el solar e hicieron el hoyo donde se construiría el aljibe, me acuerdo de varios de ellos, El tío Adrián, Andrés Castañeda, Manuel Abreu,
Aquilino, Censo y Quime, mi padre, mi tío Juan Cejas, los hermanos Rafael, Dacio, Elfidio y Ramiro, D. Lucas Hernández, Jose El Chicharrero, Amós el de La Laguna, D. Domingo Febles, varios de Tigaday y Belgara, y muchos más que ahora esacapan a mi memoria, y muy poco después vino de Gran Canaria el albañil Adolfo Betancor ( abuelo de nuestro querido concejal de fiestas en la actualidad) Empezó la construcción del aljibe, en 1,956 llovió mucho y creo recordar que ya se llenó y el párroco dejó de tener que pedir a los vecinos baldes de agua, diariamente, para las necesidades de la casa parroquial. Curiosos destinos de la vida, sobre los cimientos de aquel depósito de agua se ha podido construir setenta años después este hermoso Salón Parroquial, y tanto al principio como ahora, ha sido muy importante la aportación vecinal, materializada según los medios de que se disponía y el momento en que se vivía . En los años cincuenta los vecinos no tenían otra cosa que aportar que su trabajo o la prestación de sus bestias de carga, por ejemplo, recuerdo lo importante que fueron los burritos de los vecinos para subir los materiales desde La Plaza hasta la cúspide de la montaña cuando se estaba haciendo el campanario, con dinero enviado desde Cuba por D. Matías Castañeda, reunido allí entre sus familiares y miembros de la colonia canaria, asentada en aquella zona; se organizaban en turnos de dos burritos cada día y así se logró llevar hasta arriba todos los materiales necesarios, y tambien bajar los escombros del campanario antiguo, recuerdo muy especial merece Andrecillo el de Luisa que cuando disponía de algun ratito venía con su mula colorada a subir materiales al campanario, también mi hermano y yo eramos mandados por mi abuelo Francisco con nuestro burrito Negro que llamábamos Maceo a subir carga. Bellas estampas de colaboración ciudadana que es bueno recordar y que pienso yo las generaciones actuales, siempre con tantas prisas y apresuramientos, las deben tomar como referencia de generosidad y solidaridad pueblerina, algo que ya poco se practica. Cuando se puso el techo del aljibe sobraban brazos de colaboración vecinal, y todos con alegría, lo que era muy agradecido por el párroco.
Mi ya larga vida, gracias a Dios, y por haber nacido en este entorno de El Hoyo y La Plaza, me ha permitido ser testigo directo de varios acontecimientos e inauguraciones que sucedieron en aquellos primeros años de la década de los cincuenta, como la llegada del primer camión a La Plaza de Candelaria, ( la plantación de la higuera blanca que ahí está presente, ya robusta y produciendo higos) la inauguración de la casa parroquial en 1,953, siendo párroco D. Fidel Henríquez, el campanario en 1,957, siendo Párroco D. José Segura, y también del nuevo pavimento de la iglesia, y el aljibe, ya para entonces se hablaba de desmontar el solar donde hoy está la plaza de lucha, para construir allí el nuevo Ayuntamiento, propósito ése que después no prosperó.
Y el mismo se ubicó en Belgara, decisión que al paso del tiempo ha resultado muy acertada. A veces las generaciones del presente caen en la tentación de considerar que la vida empezó el otro día y que lo importante es lo que se está realizando ahora, pero ya vemos que no es así, y que lo que otros hicieron da base para las ejecuciones actuales.
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La presencia aquí en este bonito e importante acto , de varios de nuestros anteriores párrocos me produce una muy especial satisfacción, he tenido la suerte de conocer a todos los que han pasado por aquí desde El Padre Carlos en 1,950 hasta ahora, el recién llegado D. Juan, todos han formado parte de nuestro pueblo y de nuestras familias, todos aportaron su buen hacer para vincular a La Iglesia con sus vecinos, y recuerdo que uno de ellos al marcharse le pregunté cómo se sentía y me dijo “ Son pedazos de mi vida que voy dejando atrás”. Pero eso ya pasó, me toca ahora emprender otra nueva etapa. No había respuesta mas adecuada ni más expresiva.
Que Dios los siga protegiendo allá donde ejercen su ministerio, y todos saben que en este su pueblo tienen muchas puertas abiertas que no se cierran nunca.
Y ahora nuestros niños, nuestro pueblo, merced a tantos esfuerzos de muchas personas dispone de unas instalaciones dignas donde celebrar y desarrollar actividades religiosas y culturales. Que Dios premie a quienes han hecho posible esta magnífica realidad. Me viene a la memoria en este momento un favor que me pidió hace muchos años el párroco D. Félix para que le permitiera dar catequesis a los niños en la terraza
de mi casa, sentados en el suelo y que entonces permanecía cerrada, pues yo no vivía aquí, sino en los veranos, a lo cual naturalmente accedí. Gracias a Dios ese favor ya no es necesario.
En síntesis podemos decir que este ha sido un buen año para nuestro pueblo y nuestra isla, que culmina ahora con esta bendición del hermoso salón parroquial, y con las próximas fiestas de Navidad, fue año de Bajada y la misma se celebró con gran alegría y concordia.
MUCHAS GRACIAS POR SOPORTARME




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